[AdSense-C]
Fotografía: UK aid /cc
[Opinión]
“Un secreto”
Vicepresidenta Nacional de la Academia de Género y Consejera Nacional del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Confederación de Colegios y Asociaciones de Abogados de México, A.C.
Recordarán cuando fuimos pequeños, nuestros padres y madres nos advertían del “roba-chicos”, por lo general cuando pasaba por la casa o veíamos a alguna persona de edad mayor, sucia e incluso algún indigente, por lo general asociado a una persona del sexo masculino.
Estás acciones preventivas de nuestra infancia nos confirman que socialmente está enraizada la idea de que el peligro viene de fuera y de personas desconocidas, sin embargo la realidad es muy distinta.
Analicemos el contexto.
La mayor parte de la violencia y del abuso contra menores de edad es generada por personas que son parte de relaciones de familia, amistad, confianza o algún tipo de subordinación.
La lista de quienes abusan de niños y niñas en nuestra sociedad es encabezada por padres biológicos, abuelos paternos y maternos, padrastros –quienes no encabezan siempre la lista, ya que padres biológicos se la disputan- tíos, primos, vecinos, personas que se dedican al cuidado de niños y niñas, entrenadores de actividades extraescolares como deportes, artes, clubes de tareas; e incluso docentes, ministros y sacerdotes, quienes aprovechan la relación de confianza, subordinación y dependencia en la que se encuentran niños y niñas para agredirles pidiendo –además- que “guarden el secreto”.
Entonces, ¿Por qué enseñar y pedir a niñas y niños que no se suban a ningún carro con desconocidos? O ¿Qué no abran la puerta a personas que no conocen? Si quien les agrede por lo general es una persona conocida.
No se trata de ser alarmistas, sino de tratar de entender la realidad de este problema, que definitivamente se genera cerca, muy cerca o dentro del entorno familiar, con muchísimas señales que con las prisas diarias pasan inadvertidas por padres y madres. Los niños y las niñas que sufren de algún tipo de abuso por lo general cambian de actitud, se muestran molestos, tristes o retraídos, les da pena o miedo bañarse o cambiarse de ropa. Algunos empiezan a hacer preguntas sin que esto sea advertido como un grito de auxilio.
Como adultos no hemos entendido que niños y niñas no se expresaran como nosotros esperamos para explicarnos que alguien les está haciendo un daño.
Tampoco este apresurado mundo adulto se detiene a pensar que la niñez no alcanza a entender en muchas ocasiones “que es lo malo”, ya que esto es tan subjetivo que por lo general nadie lo explica, sólo se les advierte “nadie debe hacerte nada malo”. En un caso que tuve conocimiento hace alguno años, una niñas de siete años de edad le preguntaba con insistencia a su mamá ¿Qué tan fuerte es mi papá? La madre sólo se limitaba a decirle que mucho muy fuerte.
Fue tanta la insistencia de la niña con la pregunta, que después de semanas la madre advirtió que el interés de la niña por conocer el nivel de fuerza de su papá obedecía a algún motivo que empezó a preocuparle.
Es por lo que trató de dialogar con la niña, darle confianza, hasta que logró que su hija le dijera que su maestro de inglés la abusaba a ella y a otros niños de su grupo, debiendo claro de “guardar el secreto” y en caso de romperlo, el maestro les decía que mataría a sus padres.
Es por eso que la niña quería estar segura que su padre era tan fuerte que podría defenderse de su maestro abusador.
En otros casos los docentes son quienes se enteran de estos “secretos” que les hacen guardar en casa a niños y niñas abusados por miembros de la familia. Directoras y maestros en alguna ocasión llegaron a mi oficina con alumno de la mano pidiendo ayuda para denunciar a los padres ya que la misma madre toleraba el abuso contra sus hijos, y no podían permitir que sus alumnos regresaran a casa en esas condiciones de peligro.
Empiezan vacaciones y niños y niñas están en casa, muy buen momento para iniciar un plan de prevención que incluya no sólo “al viejo del costal”, o “no te vayas con desconocidos”.
Un plan que incluya las formas actuales de riesgo, el internet y las redes sociales, hablando con seriedad de la sexualidad y del respeto a su cuerpo e integridad, y del diálogo y la confianza como las mejores herramientas para alejar el peligro.
En palabras de Paulo Sérgio Pinheiro, “Ninguna violencia contra los niños está justificada y toda violencia puede ser prevenida…”. ¡Nos leemos la semana entrante!.
Twitter: @mujeporlapaz
[AdSense-C]
Categorías:Opinión