Opinión

De víctimas a victimarios [Opinión: Elvira Luna]

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Fotografía: Michael Knapek / cc

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[Opinión]

“De víctimas a victimarios”

foto ELP

Por: Elvira Luna Pineda.
Abogada, ex diputada de la XVIII Legislatura del Estado de Baja California, y Presidenta del Instituto para la Paz y el Desarrollo, Asociación Civil.

 

 

 

 

Cuando un niño o una niña nacen, en la mayoría de los casos en los hogares hay una gran alegría. ¿Y por qué digo en la “mayoría de los casos”? Porque en esta realidad en la que vivimos, gran cantidad de niños y niñas nacen en ambientes adversos y tóxicos. Cuando un niño, niña o adolescente participa en una conducta antisocial, es decir un hecho considerado delito, ya sea menor o grave, el colectivo social lanza su furia pidiendo castigos ejemplares, mano dura, pena de muerte o por lo menos –dicen algunos- cadena perpetua.

En mi experiencia profesional, he conocido docenas o tal vez cientos de casos que involucran a personas menores de edad. Y si analizas las historias de vida de niños y niñas te das cuenta que desde que nacieron, recibieron en forma intensiva cátedras de perversidad y maldad, ¿cómo les exigimos que actúen de otra forma?. Aclaro, en ningún momento justifico los crímenes que se cometen, simplemente, en esta ocasión quiero invitarles a reflexionar sobre el papel de la familia, la sociedad y las instituciones en la formación actual de niños, niñas y adolescentes. ¿Estamos creando personas productivas y ciudadanos ejemplares o verdaderos criminales que aterrorizaran a la sociedad?. Analicemos.

Para realizar este análisis es obligado incluir la más reciente publicación de la doctora Elena Azaola, “La reinserción socio familiar de los adolescentes en conflicto con la ley. De la situación actual hacia una propuesta de intervención”. En este estudio, la investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), nos muestra el abandono de la niñez y la adolescencia con precisión alarmante.

Este estudio nos señala que las y los adolescentes que se encuentran hoy en un Centro de Internamiento y Tratamiento, abandonaron sus casas por varios días o meses por violencia sufrida por parte de sus padres y por ser víctimas de maltrato o abuso. Nadie llegó a rescatarlos, ellos decidieron huir. Familias marcadas por la violencia, el abuso físico y sexual, además del uso de alcohol o drogas; estos factores están tatuando la vida de la niñez en esta sociedad que se dice moderna.

Es importante resaltar, que aun cuando la madre puede ser la generadora de violencia o quien calla ante la violencia que perpetran otros, la gran mayoría de las niñas, los niños y los adolescentes que han sufrido abusos para convertirse después en victimarios, siguen viendo en la figura materna, a la persona en la que más pueden confiar e incluso en quien pueden fincar un sueño o un proyecto de vida. Casos muy específicos recuerdan a su madre como su motivo de “seguir siendo un ser humano”.

¿Se dan cuenta de la importancia de la figura materna y de los valores que puede inculcar?

En el caso de las niñas que participan en actividades delictivas, en algún momento de su corta vida, deciden negarse a pasar de los golpes del padre a los golpes del marido y con los medios a su alcance como miles de niños y niñas, los criminales las introducen en la ilegalidad.

“Desde los 5 años comencé robando, después entré en peleas clandestinas en el Distrito Federal, me entrenaron y me regalaron una canasta de pan. Después ya me fui a asaltar a Tijuana en donde me adiestraron en la guerra en contra de los guachos, luego me volví sicaria y me ofrecieron 200 mil pesos por matar a una persona y los acepté; lo maté con una daga”. Este es el relato de una adolescente que cumple una medida por homicidio.

¿Creen ustedes que una niña que desde los 5 años tenía que robar y participar en peleas clandestinas para poder comer, tenía otra opción de vida?. Lo más importante ante hechos como estos es reflexionar y afirmar, que esta niña y tantas más que han participado en delitos considerados graves por la ley, no nacieron así. Por eso, como afirmo al inicio de esta columna, esta sociedad y gran cantidad de familias, hoy por hoy, están dando clases intensivas de maldad y perversidad a niños y niñas desde que nacen.

Tal parece que la criminalidad, la ilegalidad, las drogas y la violencia están más cercanas de niños, niñas y adolescentes que el amor de una familia, que las políticas sociales y las oportunidades de desarrollo.

¿Qué opinas tú? ¿Qué haces para que la niñez no siga creciendo en estos entornos?. Para la reflexión la frase de Pitágoras: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”.

 

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