Opinión

UN AÑO DEL DE MACUSPANA – el embrujo de la esperanza

A pesar de las enormes expectativas que logró generar el de Macuspana con su triunfo el primero de julio de 2018, el crecimiento económico no pudo llegar en su primer año de gobierno, al contrario, México llegó a las puertas de la temida “recesión económica”, la economía se estancó en el famoso crecimiento del 0%.

La popularidad, aceptación y apoyo, que Andrés Manuel lograra conquistar como su más preciado capital político, bajó un porcentaje considerable al término de su primer año a causa de la preocupación ciudadana por el tema de Seguridad Pública, aún así, hasta el momento su alta aprobación continúa para convertirse en el presidente más aceptado en la historia moderna de nuestro país. 

El foco de atención del Presidente estará sobre el marginado sur de la República Mexicana, donde el Gobierno Federal espera desarrollar inversión en obras de infraestructura por más de 800 mil millones de pesos en colaboración de la iniciativa privada, y en primera fila para abanderar el apoyo privado a los proyectos presidenciales, el hijo pródigo, el pesado mayor de los magnates, Carlos Slim, quien últimamente se abocó a la defensa de las acciones de la 4T en materia fiscal y económica. El reto para el equipo del Presidente, primeramente es lograr conquistar la confianza de los mercados internacionales y el Consejo Empresarial mexicano para poder cimentar sobre roca el arranque de la inversión que conduzca al crecimiento y desarrollo económico.

López Obrador llegó al poder con la severa complejidad de un México ensangrentado y violento, unos índices de inseguridad en sus máximos históricos que inconcebiblemente se han ido superando cada año durante los últimos tres sexenios. De entrada, la solución del Presidente fue crear la llamada Guardia Nacional, que contra toda indicación de los expertos, terminó en tenor militar, cuando las recomendaciones llevaban a un corte civil. Pero el colmo de los males es que el Presidente ha decidido no combatir al crimen organizado, lo que ha suscitado otro fenómeno, el sistema criminal mexicano está envalentonado, sus embestidas se han incrementado en violencia y crueldad, todo es permitido, no hay resistencia, no hay obstáculo, no hay consecuencias.

Aunado a los primeros errores en tema de seguridad, la incompetencia de los nuevos funcionarios han maximizado la problemática, que terminará por emparejar el primer año de la 4T con la misma violencia que la de sus predecesores. Tal vez, en la feliz dimensión en que vive el Presidente, puede evadir una bala con un beso, y contener la muerte en un abrazo. Pero en nuestra realidad, el debilitamiento del Estado de Derecho, la permisividad, la impunidad y la desconcertante incapacidad del Estado Mexicano, están sembrando tantos muertos como la propia guerra. 

En voz del mismo Presidente de México, afirmó que hoy las cosas son diferentes, que ya no hay corrupción, que ya no hay guerra contra el crimen y que la gente está feliz. Difícil contrarrestar el embrujo de las hermosas palabras del popular mandatario, que embelesan a gran parte de los mexicanos que se aferran a sus esperanzas de un “cambio verdadero”.

En una creciente polarización de la sociedad generada por la querencia y el rechazo al de Macuspana, se hace menos probable la urgente necesidad de entre todos juntos encarar los enormes retos que el país enfrenta. Habrá que ver si el castigo a los que antes nos gobernaban habrá valido la pena. Habrá que ver si este combate a la corrupción desmedida es genuina, si la distribución de la riqueza logra el anhelado equilibrio. Habrá que ver si el año que viene se empiezan a cristalizar los aciertos de la 4T, o inevitablemente quedará por siempre, inmortalizada, la promesa de la transformación. 

Asbel Esliman

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Fotografía de portada: Presidencia de la República / CC-BY

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